La Asociación Veterinaria Forense Española
(AVEFO) tiene como finalidad promover la
racionalización, desarrollo y protección de las
actividades que sean propias al ejercicio de la
profesión veterinaria, en su aplicación en el
ámbito legal y forense.
Facultad de Veterinaria
Universidad Complutense de Madrid
Anatomía y Embriologia Veterinaria
Avda. Puerta de Hierro, s/n
28040 Madrid
MALTRATO ANIMAL:
ANTESALA DE LA
VIOLENCIA SOCIAL
"Cualquiera que esté acostumbrado a menospreciar la vida de cualquier ser viviente está en peligro de
menospreciar también la vida humana", Albert Schweitzer, premio Nobel de la Paz 1952.
En
la
actualidad
vivimos,
de
manera
constante,
en
un
clima
de
inseguridad
e
incertidumbre.
La
violencia
se
expresa
de
formas
relacionadas
entre
sí.
Diariamente
nos
vemos
sacudidos
por
hechos dramáticos que nos preocupan y conmueven.
El
maltrato
animal
es,
a
la
vez,
un
factor
que
predispone
a
la
violencia
social
y,
al
mismo
tiempo,
una
consecuencia
de
la
misma.
Forma
parte
de
la
cascada
de
la
violencia
que
nos
va
alcanzando a todos como individuos y como sociedad.
La
violencia
es
“un
acto
intencional
que
puede
ser
único
o
recurrente
y
cíclico,
dirigido
a
dominar,
controlar,
agredir
o
lastimar
a
otros.
Casi
siempre
es
ejercida
por
las
personas
de
mayor
jerarquía,
es
decir,
las
que
tienen
el
poder
en
una
relación, pero también se puede ejercer sobre objetos,
animales o contra sí mismo”.
La
violencia
inhibe
el
desarrollo
de
las
personas
y
puede
causar
daños
irreversibles,
adopta
diferentes
formas
de
expresión
que
pueden variar desde una ofensa verbal hasta el homicidio.
La
crueldad
es
“una
respuesta
emocional
de
indiferencia
o
la
obtención
de
placer
en
el
sufrimiento
o
dolor
de
otros,
o
la
acción
que
innecesariamente
causa
tal
sufrimiento;
ha
sido
considerada
un
disturbio
sicológico.
La
crueldad
de
los
niños,
que
incluye
a
los
animales,
es
un
signo
clínico
relacionado
a
desórdenes antisociales y de conducta”.
En
las
familias
en
las
que
hay
violencia,
ésta
es
más
frecuentemente
dirigida
hacia
los
más
débiles,
lo
que
incluye
ancianos,
mujeres,
niños
y
animales
de
compañía.
El
maltrato
hacia
los
animales
es
tolerado
por
aquellos
que
lo
observan;
se
minimizan
sus
causas
y
sus
efectos,
y
los
padres,
maestros
y
comunidades
que
no
dan
importancia
al
abuso
animal
en
realidad incuban una bomba de tiempo.
Debe
hacerse
énfasis
en
que
la
detección,
prevención
y
tratamiento
de
la
violencia
hacia
los
animales
es
un
acto
de
humanidad
en
sí
mismo.
Los
animales
son
criaturas
que
se
encuentran,
en
relación
al
ser
humano,
en
un
nivel
de
inferioridad
dentro
de
la
escala
evolutiva;
esto
nos
hace
responsables
de
su
bienestar,
ya
que
tener
supremacía
lleva
consigo
una
obligación,
una
responsabilidad,
que
es
la
de
cumplir
como
guardián
de
las
especies
inferiores
en
términos
intelectuales.
Si
realmente
queremos
combatir
la
violencia,
una
parte
de
nuestra
lucha
consiste
también
en
erradicar
el
maltrato a otros seres vivos.
El segundo punto que quiero destacar es el que esta violencia
hacia los animales nos puede servir como detector y señal de
alerta
hacia
la
violencia
intrafamiliar,
ya
que
la
crueldad
hacia
los
animales
y
la
violencia
humana
tienen
una
relación
directa.
Debemos
saber
que
los
niños
que
maltratan
a
sus
animales
de
compañía
pueden
ser
testigos
de
actos
crueles
contra
seres
humanos
o
ellos
mismos
ser
víctimas
de
abuso
por
alguien
mayor y con más poder.
Estos
niños,
a
la
vez
abusados
y
abusadores,
están
aprendiendo
e
internalizando
la
violencia
que
ellos
mismos
perpetuarán
al
ser
mayores
y
al
tener
sus
propias
familias.
Este
maltrato
puede
ser
el
único
signo
visible
de
una
familia
en
la
que
existe
el
abuso,
y
esto
puede
ayudar
a
descubrir
al
responsable de la violencia en esa familia.
Una
persona
que
abusa
de
un
animal
no
siente
empatía
hacia
otros
seres
vivos
y
tiene
mayor
riesgo
de
generar
violencia
hacia
otras
personas.
La
Asociación
Siquiátrica
Americana
lo
considera
como
uno
de
los
diagnósticos
para
determinar
desórdenes
de
conducta.
Si
un
niño
nos
habla
sobre
el
maltrato
a
su
animal
de
compañía,
podría
estar
hablándonos
también de su propio sufrimiento.
Amenazar
con
lastimar
al
animal
de
compañía
puede
ser
una
forma
de
violencia
sicológica
que
se
utiliza
contra
el
niño
para
que
se
“porte
bien”
o
como
una
forma
de
mantener
en
secreto
algún
tipo
de
abuso
al
que
éste
está
siendo
sometido.
Según
los
especialistas,
protagonizar
u
observar
actos
de
crueldad
pude
llegar
a
ser
tan
traumático
como
ser
víctima
de
abuso
físico
y,
por
lo
tanto,
es
altamente
probable
que
el
niño
presente
un
alto
riesgo
de
convertirse
en
padre
abusivo,
quien
a su vez puede producir otra generación de niños violentos.
Algunas
de
las
características
que
pueden
presentar
los
niños
y
jóvenes
que
abusan
de
los
animales
son:
sentirse
indefensos
y
bajo
el
control
de
otros;
usan
a
los
animales
como
víctimas
para
demostrar
su
autoridad
y
poder;
emplean
a
los
animales
como
chivos
expiatorios
por
el
enojo
que
sienten
hacia
otras
figuras
de
autoridad
que
los
maltratan;
;
son
discriminados
de
algún
modo;
reciben
castigos
severos;
tienen
baja
autoestima;
sienten
gran
recelo
contra
la
sociedad;
tienen
bajas
calificaciones y están aislados socialmente.
Algunas
características
del
contexto
familiar
de
quienes
abusan
o
maltratan
animales
son:
adultos
que
fueron
abusados
sexualmente
en
la
infancia;
adolescentes
que
presentan
una
relación
con
sus
padres,
familia
y
compañeros
más
negativa
que
los
no
maltratadores
(Millar
y
Knutson,
1997).
El
abuso
hacia
los
animales
es
más
frecuente
en
hogares
en
los
que
existen otras formas de violencia, el alcohol o abuso de drogas.
La
crueldad
origina
violencia,
y
la
violencia,
delincuencia.
En
un
estudio
hecho
en
Estados
Unidos
se
comprobó
que
no
todos
los
maltratadores
de
animales
se
convierten
en
asesinos
en
serie,
pero
todos
los
asesinos
en
serie
tienen
antecedentes
de
maltrato
a
animales
(Gena
Icazbalceta).
La
gran
mayoría
de
los
niños
puede
vivir
una
etapa
en
la
cual
pueden
lastimar
insectos
como
parte
de
la
exploración
del
mundo;
sin
embargo,
con
el
correcto
asesoramiento
de
sus
padres,
consiguen
comprender
que los animales son sensibles al dolor.
La
educación
que
se
les
da
a
los
niños
les
ayuda
a
establecer
sus
valores
y
patrones
de
comportamiento.
Ellos
adquieren
sus
principios
morales
y
éticos
imitando
a
los
modelos
que
tienen
a su alrededor.
Tomando
en
consideración
todo
lo
anterior,
solamente
podemos
llegar
a
la
conclusión
de
la
imperiosa
necesidad
que
existe
del
esfuerzo
integrado
de
padres,
profesores,
trabajadores
sociales,
veterinarios,
pediatras,
asociaciones
de
protección
animal
y
sicólogos
para
prevenir
el
maltrato
a
los
animales y su posterior transformación en violencia social.